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Los modelos a seguir en Colombia…

A propósito del regreso a la libertad de Oscar Tulio Lizcano.
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“… Consiga la plata mijo, consígala honradamente. Consiga la plata mijo, donde no lo vea la gente”.

Eran dos. Mientras uno me ponía el revolver en la cara y me daba patadas en el cuerpo, que yo no sentía en toda su dimensión por contar con algunas copas en la cabeza (también la embriaguez me dio la extraña tranquilidad que permitió el posterior dialogo), el otro lo azuzaba a que me disparara: ¡dale mata esa hijueputa loca escandalosa! Decía a todo pulmón.
No era mi día. O el par de bestias jóvenes ya habían cobrado su cuota diaria de sangre, o de algún modo mi discurso tuvo efecto:

-¿Ey dame una razón para que me matés?, yo ni te conozco, acabo de salir de una fiesta de amigos, le dije.

Ustedes los maricas no hacen sino escandalizar.

-¿A quién escandalizo?, insistí, estaba en una fiesta privada a puerta cerrada.

-Pues a los niños, contestó. A mi hijo por ejemplo que solo tiene 5 años y ya tiene que ver a maricas como ustedes ostentando su maricada a toda hora.

-¿y que hace tu hijo de 5 años despierto a las 2 de la mañana?, ¿crees que es mejor ejemplo que vea como su papa mata a otra persona? …

El dialogo continuo por algunos segundos que parecían horas. Y al tiempo que hacia oídos sordos del que gritaba que me mataran, trataba de razonar con el del arma, que al fin de cuentas me paró bolas y tras darme una fuerte patada en el trasero, me dijo:

-Listo te perdés de aquí en bombas -a toda velocidad- antes que me arrepienta.

Corrí con todo lo que pude y creo que no paré hasta llegar a mi casa en el barrio vecino. A medida que corría sin parar, la tranquilidad generada por los tragos daba paso al pánico y luego –sólo, en medio de mi sala- al llanto incontrolable por la humillación a que habían sido sometido.

Ahora, algunos años después, con cabeza fría y pudiendo contarlo como anécdota, las imágenes se me reviven al escuchar las miles de historias de humillaciones similares por parte de sus carceleros, de los secuestrados recién liberados. Particularmente, los comentarios de Lizcano, quien hecho una piltrafa humana apareció ante los medios después de 8 años de vida perdidos en la selva, no como héroe que sobrevivió a la barbarie, ni mucho menos como modelo político para las nuevas generaciones, sino como una pieza del destino para que otro ,sin futuro, pasara a la historia heroica de este país.
En su caso, como ya había pasado con el primer y segundo grupo de liberados, los honores y las alabanzas seguirían siendo para otros. Primero para Chaves, después, cuando Ingrid, para el ministro de la defensa y los altos mandos militares y, peor aún, en este ultimo caso, para el verdugo, a quien le premiaron su labor de carcelero con una fuerte suma de dinero y el viaje que muchas personas, que le cumplen legalmente a este país desde sus labores honestas, se soñarían tener: una vida en los Eliseos –“
lugar sagrado donde las sombras de los hombres virtuosos y los guerreros heroicos llevaban una existencia dichosa y feliz”-.
Ver el despliegue de medios a “Isaza” me pone a pensar que quienes dicen a toda voz que los maricas le damos mal ejemplo a los niños, cuando expresamos de manera lúdica, a veces chillona y ruidosa -“plumas”-, nuestras alegrías o cuando nos demostramos mutuamente en público la afectividad o cuando convocamos mediante nuestros actos cotidianos a que los hombres y mujeres transgredan los roles rígidos del género y disfruten de sus feminidades y de sus maculinidades hacia la felicidad y la convivencia en el respeto, tienen toda la razón.Nosotros –Lesbianas, gays, bisexuales y trans- estamos pervirtiendo a la sociedad y a los niños y niñas convocándoles a la afectividad, el disfrute autónomo del cuerpo, el respeto por las diversidades en el otro u otra y a la igualdad de oportunidades, mientras que por el contrario la norma de la tradición colombiana, con la que podríamos llegar a ser héroes y heroínas de la patria, “machos”, nos incita a armarnos, asesinar, arrasar, humillar y ostentar nuestra barbarie. Y eso si, a que en el último momento, cuando ese estilo de vida no sea productivo -deje de ser negocio-, nos arrepintamos ante los medios, entreguemos las armas -que ya no sirven, las otras podemos revenderlas a las generaciones de asesinos que vendrán- y confesemos con frialdad nuestros actos, para ser acogidos por dios y por la patria en los anales de la historia de la humanidad.Los secuestrados y desaparecidos, los desplazados, exilados, asesinados por odio, como otros tantos y tantas, serán recordados como cifras, como porcentajes de victimas. Pero los otros y otras en cambio, que siguen la lógica de la barbarie, tendrán espacio en los libros, los medios comerciales y oficialistas y en las historias de cine, televisión y en la mitología local.Los niños y las niñas, entonces, tendrán grandes modelos de vida a la colombiana: El modelo paramilitar, para-político y para-estatal, Pablo Escobar Gaviria, Los hermanos Rodríguez Orejuela, Rodríguez Gacha, Santofimio Botero, Mario Uribe, Carlos Castaño, Don Berna, “Karina” y cientos de nombres como estos recopilados en las principales páginas de los diarios, en los que por supuesto estará destacado el más reciente: Wilson Bueno Largo alias ‘Isaza’.
Y todos los infantes de este país, así como el hijo de quien me atacó al salir de la fiesta de amigos, pueden irse tranquilos a la cama cada noche, porque los medios y el gobierno les siguen validando sus modelos ideales de ser: “Mata que dios perdona, mata..” y “el que peca y reza, empata”.
¡Ah!, y sus padres podrán dormir tranquilos porque con toda seguridad la vida los premiará con hijos e hijas en el modelo colombiano de hampones, delincuentes, asesinos, narcos, paracos, timadores y violadores de derechos, pero por nada del mundo ¡MARICAS!. Medellín, noviembre de 2008

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