¿Y qué hago si se me abre la puerta del armario?

A PROPÓSITO DE TODO ESE ABECEDARIO DE DIVERSIDADES POR SALIR DEL CLOSET

Manuel José Bermúdez Andrade
maestro, comunicador y marika

Salir del closet al descubrirse parte de las ya casi infinitas diversidades LGBTQ+, va más allá del momento en que decides que otras personas se enteren. En realidad, son un cumulo de situaciones. De singularidades. Acordes con las maneras en que cada quien percibe y vivencia sus circunstancias e historicidades de vida. Aun así, al menos dos de estas circunstancias, posiblemente representen el mayor y más estresante de los retos.

Significativamente caóticas e inciertas, no tienen un orden cronológico. Un primero y un después. Pueden Incluso, suceder tan juntas como distantes en sus tiempos y contextos. Y al parecer, una se corresponde con el ser más íntimo y personal, y la otra, con el orden de lo externo y lo social.
Una cosa entonces, es el atreverse, circunstancial o planeado, a compartir corporeidades con otro cuerpo. Y otra, ese momento de ponerlo en las narrativas y sentires y en su respectiva validación o la negación de las etiquetas. De la palabra socializada.
En ambas situaciones, ronda la pregunta por si se está o no haciendo de la manera adecuada. Pero es en el momento de la salida del closet de los sentires del cuerpo en contacto íntimo con otro cuerpo, donde se potencia más esa pregunta y donde se encuentra con muchos más silencios o con muchas menos fuentes de información. Del dónde o a quien acudir. Por la casi siempre inmediatez, o por la imposibilidad cultural de poner en la palabra esas cosas que han denominado nuestras virginidades y que, en la connotación misma de lo virgen, ya están sacadas de las realidades y de cualquier posibilidad de ser más allá de las fantasías e ideales.
Si dado el momento, hay tiempo y posibilidad para preguntar, las respuestas u opiniones se centran en los compromisos de trascendencia de ese cuerpo desde lo sacro, lo sagrado y poco o nada desde las realidades de eventuales goces. Pues en lo virginal el cuerpo mismo está idealizado y por ende prohibido. Entonces no queda de otra que improvisar y echar mano de las propias narrativas. De los recursos con que contemos. Y es allí, en esas narrativas propias o escuchadas, donde se empiezan a entrecruzar como posibles respuestas, sentires extremos desde lo fantástico y el caos. La aventura y las responsabilidades. En unas personas más que en otras, claro, son el momento de las mariposas en el estómago, pero también del pánico, que se sobreponen ante el peso de los relatos, temores, tradiciones, mitos y fantasías, muy fuertes aún, que siguen dando vueltas en los imaginarios culturales y en las mediaciones de la comunicación. Incluso, en tiempos en que pareciera que todo está dicho y circulando en libertad por el ciber espacio.
Ese cuerpo, nuestro cuerpo, predispuesto en años de evolución para respuestas sistémicas ante estos instantes de enamoramientos y pasiones, un cuerpo que pareciera que todo lo sabe, flaquea inexplicablemente ante las condiciones. El guion de años de evolución que se supone hace parte ya de un adn universal, se condiciona y se transforma por los ambientes, a partir de aquellas narrativas que rondan cada persona y provocan otras vivencias con las que continuar narrándose y narrando, como un momento único y hasta exclusivo, una situación que por igual les sucede a todos, a todas.
Las químicas del cuerpo, nuestro cuerpo, en esa defensa y acople con ese otro cuerpo extraño y sus propias químicas, responde. Pero sin posibilidad de razonar, se entrecruzan en nuestros imaginarios con los miedos enseñados sobre its y muerte, y degeneración. Y al temor de no saber qué hacer y cómo hacerlo, se le suman los pánicos de lo nunca dicho. De lo nunca puesto sin censuras ni mitologías en la palabra cotidiana. El o los nombramientos simples de esos cambios sutiles que inevitablemente acontecen en el cuerpo por la liberación hormonal al momento de los enamoramientos y las pasiones. Y entonces son las sudoraciones. Y las palpitaciones. Y allí, en este caos, que hasta la más pequeña fisura en la mucosa bucal o los labios, o sus resequedades posteriores, o el más leve sangrado por el roce con los dientes o por alguna acción de fuerza no medida, en medio de las explosiones de deseos, o por nuestras historicidades de machos en el caso de los hombres, nos ponen en las puertas del infierno. Me falle. Le falle. Nos fallamos. Al otro, otra, a la vida, a la decencia, a la moral, al amor, a la tradición, a los principios, a las enseñanzas.
Y claro, que efectivamente, en ese otro cuerpo y su historia podrían estar presentes muchas o ninguna de esas tantas fantasmagóricas condiciones con relación al sexo genital. O igual podemos estar experimentando tan solo los fantasmas narrados ante unas vivencias tan cotidianas como pasajeras. De ahí, la necesidad a tiempo, de unas buenas y certeras, en conocimiento y hasta cientificidad, oralidades sobre las sexualidades. Pero por lo general, en cambio, es entonces donde toca esperar que sean el tiempo, o las narraciones de otros, otras, por lo general también propias, míticas o mal narradas, quienes nos devuelvan la calma o nos sumerjan más en la incertidumbre.  Y no hay de otra, entonces, que darse tiempo y seguir el camino. El propio camino.
Es entonces, cuando se sobreviene lo otro. El asumirse y asumir. Eso que denominamos salir del closet, para continuar construyendo nuestras narrativas en encuentros fortuitos o planeados. Retornando siempre a la montaña rusa de sensaciones y pasiones. Contestarnos nuestras propias dudas. Para así luego, definirse en sí mismo, por sí mismo, o misma, si esas narrativas propias o surgidas del encuentro con otros cuerpos, y potenciadas por las narrativas de las culturas, son o serán y constituirán identidades. Y pensarse el cómo o el nunca ponerlas en la palabra socializada.
La realidad de seguir vivenciando esos caminos hacia otra circunstancia, otras tantas circunstancias, es lo que está implicado en eso de salir del closet. Y más allá de lo sexual o los sentires asociados o sus negaciones, es como abrir una muñeca rusa, para ir descubriendo capas de identidades y sentires que nos ponen de manifiesto un, cada vez más complicado, laberinto de puertas y caminos en eso del ser, por fuera o muy dentro del llamado armario de las diversidades lgbtq+++.

Medellín, noviembre de 2023

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